Madre! (Mother!, Darren Aronofsky, USA, 2017)
Mucho tiempo llevábamos los fans de Aronofsky esperando una nueva película que realmente supusiera un auténtico reto intelectual para el espectador. Y esta ya ha sido creada por el maestro.
La polémica siempre ha estado servida a lo largo de la cada vez más prolífica filmografía del director neoyorkino de ascendencia polaca. Y en esta ocasión no iba a ser menos. Desde sus primeros pasos como realizador en Pi: Fe en el caos (Pi, 1998, USA) y Réquiem por un sueño (Requiem for a dream, 2000, USA), ha cautivado al público con su estilo underground, oscuro y con una temática central en toda su obra: la capacidad autodestructiva del ser humano -como bien queda palpable en Réquiem por un sueño, Cisne negro (Black swan, 2010, USA) y El luchador (The wrestler, 2007, USA)-. Existiendo este leitmotiv, ¿cómo no me va a apasionar su cine?
Y llegó el año 2017. La persona ha cambiado y madurado, pero sigue contando con la misma mente retorcida que antaño nos ha hecho sufrir tanto a la par que nos sorprendía con su enorme talento artístico. Eso sí, su regreso a la gran pantalla no iba a estar exento de controversia y abre nuevamente el debate que enfrenta a los que alegan que "solo busca la provocación con sus idas de olla" -como en alguna ocasión he llegado a escuchar- con los que -como yo- defienden que estamos ante uno de los grandes genios del cine de los últimos años.
Un reparto encabezado por un magnánimo Javier Bardem y una portentosa y desgarradora Jennifer Lawrence, se ven perfectamente acompañados por una larga lista de actores secundarios (Ed Harris, Michelle Pfeiffer, Domnham Gleeson, Kristen Wiig...) que completan el elenco aportando su pequeño grano de arena, representando papeles tan pequeños como necesarios para la comprensión de la obra completa. Cada mínimo detalle suma, aporta y enriquece el contenido de una película que tendrá múltiples interpretaciones y dará mucho que hablar.
Mother! es una maravilla desde el punto técnico y artístico, además de contar con una grandilocuente narración gracias a un brillante guion, también obra del mismo Aronofsky, llena de simbolismos, alegorías, representaciones, parábolas y demás elucubraciones surgidas de la privilegiada cabeza del director. Lejos de aburrir en algún momento, la montaña rusa emocional te llevará del cero al cien en cuestión de segundo y de la vaga expectación al éxtasis de una escena a la siguiente, dotando a la película de una sensación vertiginosa en la que la ansiedad y la tensión te invadirán por momentos. Y esta no hará más que crecer y crecer en tu interior mientras intentas no parpadear para no perderte ni el más mínimo detalle.
Sin duda, el gran uso de la cámara es determinante, aportando una gran riqueza de enfoques que cumplen su cometido en cada tramo de la película -primeros planos cercanos para transmitir ansiedad, planos continuos circulares para transferir la responsabilidad central al observador, movimientos bruscos en los momentos de agitación y caos, etc.-. Se nota que quien mueve la cámara no es un novato en absoluto...
La sensación predominante es de desconcierto durante el transcurso de la película. Tendrás la impresión de que te está superando lo que estás viendo y que no eres capaz de seguir el ritmo intelectual que marca la mente del gran genio al otro lado de la cámara. ¡No desistas! No tires la toalla antes de tiempo. Haz un esfuerzo y continúa pendiente de todo lo que te es mostrado en la pantalla, porque cada pequeño matiz te ayudará a entender. Al aparecer los créditos finales, te atropellarán una serie de pensamientos encontrados que no serán fáciles de encajar. Pero "quien busca, encuentra" el sentido a absolutamente todo. Todo es cuestión de fe.
Aronofsky nunca ha sido muy partidario de hacer un cine para todos -aunque en alguna ocasión haya conseguido gustar a todos; que no es lo mismo-. Jamás ha buscado complacer ni ser fácilmente inteligible. Sencillamente quiere hacer su cine. Su personal concepción del cine no es accesible para cualquier persona, y él lo sabe. Solo es apto para unos pocos osados dispuestos a profundizar en lo más trascendental del arte que lleva la firma del gran maestro.
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