Destinos (Posoki, Stephan Komandarev, 2017, BUL)
Por fin se ha cruzado en mi camino una de esas pequeñas películas que vienen cargadas de la dosis de conmovedora humanidad que en ocasiones le falta a este mundo en el que vivimos. Ese es el gran logro del director búlgaro Stephan Komandarev, quien con esta obra estuvo presente en la sección oficial de Un Certain Regard del Festival de Cannes, un apartado que año tras año sirve como perfecto escaparate a aquellos cineastas menos conocidos que quieren mostrarse al resto del planeta cine.
Nosotros nos sentaremos en el asiento de copiloto de cada uno de los taxis y nos dejaremos llevar hacia los distintos y remotos destinos hacia los que conduce cada uno de ellos. Cada taxi es una vida -o incluso varias- y cada una lleva su propia senda. A unos les sonríe más el destino; a otros no tanto. Es una lotería en la que todos buscan conseguir un poco más de estabilidad.
En definitiva, se trata de una de esas películas que se quedan grabadas en la mente durante bastante tiempo y vuelven una y otra vez a la mente. A pesar de toda crítica social, los sueños enterrados, los deprimentes y lúgubres parajes y la mentalidad egoísta del "sálvese quien pueda", siempre da lugar un rayo de esperanza y de ganas de luchar por un futuro mejor para uno mismo y toda la sociedad. Es la disección de una sociedad podrida, cansada de la injusticia y el inmovilismo, pero con la esperanza de un cambio que parece no llegar nunca.
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