Vivimos en una sociedad en la que el
dinero mueve los hilos del mundo. Si algo da dinero, se le da publicidad. Cuanta más publicidad se le
hace a un producto, más gente lo compra y utiliza. Esta cadena es extrapolable
a cualquier producto comercial, y el cine no iba a ser menos.
Así es como funciona hoy en día la mayor
parte de la industria del cine, la vertiente que los entendidos denominan Mainstream. Las grandes productoras de Hollywood invierten ingentes
cantidades de dinero en guiones que saben que no son “buen cine” (siempre hablando
desde la subjetividad), pero saben que vende entradas (y, por tanto, da beneficios)
y ya conocerán lo
que escribió Quevedo: “Poderoso caballero es don Dinero”. Lo que esto provoca
es que las películas que vemos en las carteleras de la mayoría de cines de
nuestro país, son siempre las mismas. Se proyectan las mismas películas, los medios hablan de las mismas películas, en las paradas de autobús se anuncian las
mismas películas, la gente comenta las mismas películas... Algunas son buenas, no lo
negaré, aunque la mayoría, al
menos desde mi punto de vista, dejan mucho que desear… Pero es lo que hay. En
nuestros cines, cada vez más, se ven películas que invierten enormes cifras de
dinero en efectos especiales, llenando la pantalla de
impresionantes explosiones y persecuciones, intentando adornar u ocultar sus
carencias en lo esencial de una película: el guion. Sinceramente, una película
sin una historia que contar ni unos sentimientos y sensaciones que evocar en el
espectador, yo no la quiero.
Es por eso que, harto de ver cientos de
películas sin nada que decir ni nada que contar, llegó un momento en el que
decidí aventurarme en busca de un cine diferente; un cine que me hiciera
sentir, que me hiciera experimentar cosas nuevas, que me aportara algo nuevo…
Me inicié en el cine alternativo, estadounidense independiente, europeo, y de
todas las nacionalidades habidas y por haber, que tienen una percepción más afín
a la mía de lo que es el CINE, con mayúsculas.
Generalmente, se trata de películas de
menor presupuesto, pero no por ello de menor eficacia (sino, más bien, todo lo
contrario). Un cine que, a falta de gran presupuesto, se respalda en un cuidado,
interesante
y eficiente guion. La mayoría
de estas películas son obras que, sin lugar a dudas, habrían podido tener éxito
de grandes masas de habérseles hecho un mínimo de ECO y publicidad. Sin embargo, otras, no lo negaré,
son de carácter más intimista e introspectivas. Todo el cine que recomendaré en
este blog tiene dos puntos en común: es de calidad y, lamentable e
incomprensiblemente, desconocido. Es por ello que nace este blog: para hacer ECO
a ese cine de calidad pero desconocido: El Cine Oculto (ECO).
Dadle una oportunidad y no os defraudará.
Palabra de cinéfilo.
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