MIL VECES BUENAS NOCHES: El dilema interno por bandera

NOTAS:

FilmAffinity: 6.5/10

ImBD: 7.1/10

ECO: 8/10


FICHA TÉCNICA:

Título original: Tusen ganger god natt

Año: 2013

País: Noruega

Director: Erik Poppe

Guion: Erik Poppe, Harald Rosenløw-Eeg

Reparto: Juliette Binoche, Nikolaj Coster-Waldau, Maria Doyle Kennedy, Larry Mullen Jr.,Mireille Darc, Lauryn Canny, Adrianna Cramer Curtis, Mads Ousdal


SINOPSIS:

Rebecca es una gran reportera de guerra. Tras un grave accidente, su marido e hijos le dan un ultimátum; o ellos o su trabajo. (Fuente: FILMAFFINITY)


CRÍTICA:

Nos situamos en el año 2013, un año de grandes películas tanto en el cine comercial como en el independiente. Destacan buenas y exitosas películas, que ya todos conoceréis, como Gravity (Idem, Alfonso Cuarón), 12 años de esclavitud (12 years a slave, Steve McQueen), Dallas Buyers Club (Idem, Jean-Marc Vallé), Prisioneros (Prisoners, Denis Villeneuve) y Her (Spike Jonze); y otras menos conocidas –aunque también de un altísimo nivel- como Nebraska (Idem, Alexander Payne), Antes del anochecer (Before midnight, Richard Linklater), Stoker (Idem, Park Chan-wook), Joven y bonita (Jeune et Jolie, François Ozon), Stockholm (Idem, Rodrigo Sorogoyen), Las vidas de Grace (Short Term 12, Destin Cretton), Locke (Idem, Steven Knight), Enemy (Idem, Denis Villeneuve), Begin again (Idem, John Carney), Un invierno en la playa (Stuck in love, Josh Boone), Coherence (Idem, James Ward Byrkit) y Juegos sucios (Cheap thrills, E.L. Katz).



Alguno echará en falta en esta lista la aclamada El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, Martin Scorsese) pero, en mi opinión, todos los títulos que habéis leído anteriormente, superan con creces lo que te puede aportar esta última.



Sin embargo estoy aquí para comentar una película de la que pocos de vosotros habréis oído hablar, pero de la que estoy seguro que os gustará a aquellos que os decidáis a verla.


Mil veces buenas noches es una película que, más allá de mostrar la vida de una periodista de guerra, muestra el dilema de tener que decidir entre lo que ella más quiere –su familia- y aquello para lo que ha nacido y por lo que vive; su auténtica vocación: el periodismo de guerra. Un duro enfrentamiento contra sí misma, que le hará tomar decisiones importantes y trascendentales para su propia persona y para el resto de componentes de la familia.

Ya solo con ver el principio de la película –los diez primeros minutos serán suficientes- te darás cuenta de que Poppe va en serio. Muy en serio. Engancha desde las primeras escenas, con un realismo abrumador que nos hará respirar el polvo de la atmósfera absorbente que él ha creado, para ponernos en la piel de la reportera y hacernos presenciar un impactante momento, rodado con una delicadeza totalmente loable. Un momento que será presagio y desencadenante directo, una vez superada la fase de shock postraumático por parte de la protagonista –y también del espectador- del grueso de la película: el dilema interno. Un dilema interno que la forzará a decidirse entre su vocación y profesión -el periodismo y fotografía bélica- o su familia, para evitarles el sufrimiento cada vez que se marcha. Tendrá que tomar una decisión para la que ve que nunca será posible satisfacer sus propias aspiraciones y las de su familia al mismo tiempo. Es la eterna duda entre seguir lo que dicta su cabeza o dejarse guiar por el corazón.
En el papel protagonista femenino y principal, encontramos a una fantástica Juliette Binoche. Sí, aquella chica que nos llamó por primera vez la atención en La insoportable levedad del ser (The Unbearable Lightness of Being, Philip Kaufman, 1987); posteriormente presenciamos su maduración como actriz en Tres colores: Azul (Trois couleurs: Bleu, Krzysztof Kieslowski), en dos películas del extravagante Michael Haneke: Código desconocido (Code inconnu: Récit incomplet de divers voyages, 2000) y Caché (Idem, 2005) y, más recientemente, en películas como Viaje a Sils María (Sils Maria, Olivier Assayas, 2014) y Nadie quiere la noche (Idem, Isabel Coixet, 2015).
La actriz parisina está implacable en su papel desde el primer plano, representando a una persona que vive por y para el periodismo, cuyo fin y objetivo es claro, como llega a decir en un lance de la película: quiere “que la gente se atragante con el café al abrir el periódico” y ver la crudeza de sus fotos, que no dejan de ser más que la realidad y el día a día en otros lugares. Una mujer con una firme convicción de mostrar al mundo todas esas cosas de las que la sociedad –nuestra sociedad- aparta la mirada por pura comodidad y despreocupación.

Alguien tiene que informar de todas esas barbaries que ocurren cada día en otros países. Y esa es ella. Así lo ve ella. Para eso ha nacido ella. Esa es su misión en la vida. Sabe que su marido (Nikolaj Coster-Waldau) y sus dos hijas (Lauryn Canny y Adrianna Cramer Curtis) sufren cada vez que se marcha de casa para cubrir un evento bélico, por miedo a una muerte que saben que puede acaecer en cualquier momento sobre ella. Son gajes del oficio, sí; pero esa situación es insostenible durante toda una vida. Una vida en tensión perpetua, ¿qué vida es?
Tendrá que decidir entre dar la espalda a todos sus principios y convicciones a cambio de estar más con su familia y evitarles esa preocupación constante o dejar en un segundo plano a su familia y volcarse en lo que el mundo le pide que haga. ¿Su vocación y profesión o su familia? Su cabeza claramente le dice que la familia es lo primero. Pero renunciar a su profesión, convicciones, principios y vocación no es algo fácil. Implicaría perder su propia esencia; renunciar a todo lo que ella es; dar la espalda a esos matices que la hacían diferente y que, en su día, hicieron que su marido se enamorara de ella. Sería renunciar a sí misma y a todo lo que ha sido durante toda su vida.

Dejando de lado los detalles artísticos y del guion, nos centramos en el aspecto técnico, donde el director noruego Erik Poppe opta por utilizar una fotografía muy cuidada y simbólica, además de unos primeros planos muy de cerca –con un uso similar al que le dio el británico Tom Hooper en El discurso del rey (The King’s Speech, 2010)–, con el fin de potenciar esa sensación de angustia y ansiedad en el espectador. Y lo logra, eficazmente.
También sería justo incidir brevemente en la cantidad de mensajes y metáforas ocultas en las imágenes y conversaciones de la película que, probablemente, sea lo que le otorga esa gran riqueza a la película. Por señalar algunas escenas, he seleccionado dos que analizaré muy superficialmente –eso sí, siempre sin spoilers importantes-.

La primera escena, una escueta pero simbólica conversación entre madre e hija pequeña, acerca del gato de esta última. Al encontrar nuevamente el gato que se había perdido, la hija le dice a su madre que “no le volverá a dejar salir”, a lo que la madre responde: “hay que dejarle salir”, haciéndole ver que esa es la esencia de los animales –y también de ella misma-: que son libres. Utiliza la figura del gato para hacer ver a su hija que no es fácil que una persona renuncie a su propia esencia, vocación y pasión, por mucho que los quiera a ellos; de la misma manera que no se le puede coartar la libertad a un gato, cuya naturaleza es estar libre.


La segunda, en la que la hija “mata” a fotografías a su madre, demostrándole el daño que es capaz de llegar a provocar esa cámara y que ella es algo digno de ser captado por esa máquina que tantos horrores ha retratado a lo largo de los años. Una escena durísima que se hace eterna acompañada del incansable sonido de cada fotografía, mientras notas como algo dentro de ti se va desgarrando. Impresionante.


En resumen, una película llena de simbolismo que te hará reflexionar, sonreír y llorar. Es una larga e intensa odisea en forma de dilema, en el que el destino final del viaje es una decisión que, inevitablemente, cambiará el resto de su vida. ¿Familia o vocación? ¿Mente o corazón? Una decisión que sabe que nunca va a satisfacer a todos. Pero hay que tomarla… Y sabe que, inevitablemente, sea cual sea, ella siempre saldrá perdiendo.

Comentarios

  1. Muy complicado el mensaje de esta película, Mil Veces Buenas Noches , aborda esa tirantez entre lo que se debe y lo que se quiere hacer es el eje principal del film de Poppe. Y en ese desarrollo, el director noruego plasma de forma correcta, respaldado por la gran actuación de Binoche, la cotidianeidad de los reporteros de guerra: las situaciones a las que se enfrentan y el deseo de que, el captar una imagen, no sea sólo eso sino el hacer visible a una persona o momento, sin permitir que pase inadvertida. En definitiva este film tiene la capacidad de atrapar al espectador. El inicio y el final son dos momentos claves que le aportan un cierre narrativo a la historia, pero no es suficiente porque esa expectativa no se mantiene durante toda la película.

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