LA VIDA DE CALABACÍN: La inocencia como implacable arma para conjurar el dolor

La vida de Calabacín (Ma vie de Courgette, Claude Barras, 2016, SUI)

Hay veces en la vida en las que, sin pedirlo, desearlo ni esperarlo, se te cruza una joya oculta como esta. Y, cuando esto ocurre, no queda más remedio que disfrutarla al máximo aunque, como en este caso, solo dure 66 minutos.
Como ya habré comentado en alguna entrada previa, la carrera por el Oscar a la mejor película de animación de este último año iba a estar reñida. Después de haber visto La vida de Calabacín, me reafirmo aún más en mi declaración. No se lo pusieron nada fácil a la finalmente ganadora Zootropolis (Zootopia, Byron Howard, Rich Moore, Jared Bush, 2016, USA).
Con una animación en stop motion que evoca la imagen de un dibujo infantil, se nos cuenta una historia narrada con tremenda sensibilidad y que toca temas tan trascendentes -a la vez que algo descuidados hoy en día- como son la infancia, la familia y la amistad. A diferencia de lo que uno podría pensar inicialmente, en absoluto se trata de una cinta para niños, y eso queda bien patente desde el inicio. 
Cada uno de los personajes que aparecen en esta entrañable historia está calibrado con sutileza al más mínimo detalle; cada uno tiene sus matices que los hacen especiales. Está llena de detalles que la hacen aun más real y sustanciosa.
Ciertamente, aunque la tónica general sea de drama, logra un cóctel perfecto entre lo trágico y lo cómico, dejando un sabor de boca muy lejos de ser amargo. Con optimismo y una sonrisa, afrontan los protagonistas una situación que a muchos les sobrepasaría.
Sin duda, se trata de una película necesaria y de obligada visualización por parte de todo el mundo, especialmente por todos aquellos que, como en mi caso, trabajamos diariamente con niños (maestros, profesores, pediatras, monitores...). Te hará ver lo grande que puede ser el dolor y la sensación de abandono en un ser tan pequeño. Logrará hacerte percatarte de que las minucias por las que nos preocupamos en nuestras vidas cotidianas quizás no merecieran tanto espacio en nuestros pensamientos. Todo es relativo en función de con qué lo comparemos...
Para acabar de persuadiros, me permitiré la osadía de parafrasear a Jordi Costa (revista Fotogramas): "Reivindica la inocencia como implacable arma para conjurar el dolor". Si con esta frase él no logra convencerte para verla, poco más puedo hacer yo...

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