El caso Sloane (Miss Sloane, John Madden, 2017, USA)
Todos hemos oído hablar en alguna ocasión de los lobbies, pero probablemente muchos -como era mi caso- nunca habremos tenido del todo claro en qué consiste exactamente, así que me ha parecido oportuno empezar por aclarar su definición: se trata de "un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la Administración Pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad". Y, añado yo a propósito de lo visto en la película, sea cual sea el precio a pagar...
El personaje encarnado por una imponente e impresionante Jessica Chastain es el claro motivo de esta película, sin la cual esta no se concebiría. Esta actriz está cada vez más lejos de quedar como una mera moda pasajera. Como viene siendo habitual en mí, cualquier momento es bueno para recomendar otras películas aprovechando la excusa de repasar una filmografía, así que allá voy. Ya en sus inicios, en la magníficamente labrada Take shelter (Idem, Jeff Nichols, 2011, USA) demostró su valía como actriz secundaria. Un genial thriller psicológico que desconcertará en más de un momento al espectador dejando una sensación francamente grata. Probablemente, la decisión de escogerla para este papel de lobbista estuviera fundamentada en su papel en El año más violento (A most violent year, J. C. Chandor, 2014, USA), una cinta de auténtico cine negro clásico en la que forma un tándem perfecto con Oscar Isaac y muestra cómo de fría es capaz de mostrarse ante las cámaras.
Chastain es el centro de atención hasta el punto de que el resto del reparto prácticamente es una parte más del decorado. La obra gira íntegramente en torno a la figura de Elizabeth Sloane -e incluso en ocasiones parece un homenaje a esta actriz-, la más franca encarnación en sí misma del objetivo y funcionamiento de un lobby. Una persona implacable en su trabajo, con una visión aguda de la realidad, una lengua aguda que no se muerde nunca, sobre la que las palabras bailan a una velocidad abismal. Es ambiciosa en los profesional hasta el punto de ser capaz de sacrificar cualquier cosa a cambio de lograr su meta. Gélida en el trato personal y no permitirá que nada ni nadie se interponga en su camino. Su interpretación mostrando esa frialdad emocional, la ausencia absoluta de cualquier tipo de ética, el orgullo, y ese lenguaje voraz son los principales alicientes para disfrutar de este brillante exposición dialéctica y artística.
Sus ágiles diálogos, sus poderosos monólogos y numerosos giros inesperados -obra del guionista Jonathan Perera, quien debutaba en el mundo del guion-, facilitan en gran cuantía la dirección de John Madden, quien prácticamente se limita a registrar los planos de la gélida protagonista. Había tiempo que este director no rodaba una historia con tanto rigor y rectitud. Desde su para algunos inesperado éxito con Shakespeare in love (Idem, John Madden, 1998, USA) había pasado sin pena ni gloria por las carteleras internacionales con thrillers como La deuda (The debt, John Madden, 2011, USA) o incluso intentando sacar alguna risa -aunque sin mucho éxito- el género de la comedia con la simplona El exótico Hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel, John Madden, 2011, UK).
Elizabeth Sloane tiene una meta bien marcada en el punto de mira: ganar y siempre ganar, independientemente de cómo se consiga. Da igual qué o a quien tengamos que sacrificar.
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